La llegada de la cultura europea a Haifa no se expresó solo en la practicidad alemana y la industria, ni únicamente en la administración colonial británica o en la lucha judía por una patria histórica. También influyó de manera profunda en el entorno árabe levantino, en sus valores, en los gustos y en decisiones personales muy íntimas. Hay una persona en la ciudad que casi todos conocen, y su espacio despierta un respeto particular. Su historia, en muchos sentidos, se parece a la de la propia Haifa: una ciudad relativamente joven, durante mucho tiempo no aceptada del todo, en búsqueda constante de sí misma y todavía en proceso de definición.
Uno de los restaurantes más conocidos de la Colonia Alemana es Doğan. Su fundador y dueño, Faadi, es una figura con una biografía compleja y profundamente personal. Nació en una familia árabe y desde muy chico sintió su diferencia, enfrentándose temprano a la incomprensión. Soñó con ser arquitecto, después cocinero, probó caminos distintos, pero por encima de todo quiso aprender a ser fiel a sí mismo. Pasó muchos años viviendo y formándose en Francia y, finalmente, regresó a casa, precisamente a este edificio, para transformarlo en un espacio donde se buscan valores universales y auténticos, convencido de que entre ellos no existe contradicción.
La casa y el restaurante de Faadi funcionan también como un museo vivo. Hay muebles antiguos originales, sobre las mesas aparecen fotografías de la Haifa de comienzos del siglo veinte, y el interior está lleno de referencias a la historia de la Colonia Alemana y de la ciudad en su conjunto. Son historias de objetos, de personas, de rostros y, por supuesto, de cocina. Como dice el propio Faadi, su madre simplemente cocinaba rico, y fue recién en Francia donde entendió qué hacía falta para que eso sucediera de verdad.
El menú del restaurante se basa en una combinación delicada de tradiciones del Oriente Próximo, del Mediterráneo y de la cocina francesa. Entre los platos emblemáticos están los rollatini, berenjenas doradas rellenas de queso de cabra con aceite de oliva y salsa de tomate; las costillas de cordero con romero como plato principal; y el postre de la casa, la pera al vino tinto con salsa de chocolate. Es una cocina entendida como un lenguaje propio: personal, honesto y profundamente haifense.
Esta guía de Haifa es una caminata por una ciudad hecha de capas superpuestas. Desde una aldea otomana y la colonia alemana hasta el puerto del período británico; desde barrios árabes y el Adar judío hasta el Carmelo y los jardines bahá’ís. La historia acá no se explica: se lee en las casas, en las calles, en los restaurantes, museos y pasajes donde conviven lenguas distintas y miradas diferentes. No es un recorrido de “atracciones”, sino una forma de entender la ciudad como un organismo vivo, con memoria, heridas, intentos de reconciliación y una capacidad poco común de coexistir. Un camino que no solo avanza sobre el mapa, sino que se adentra en la profundidad de Haifa.