La Haifa portuaria e industrial creció con rapidez, se enriqueció y se convirtió en un lugar donde muchos judíos que huían del nazismo y del antisemitismo lograron concretar sus proyectos de vida. A las autoridades británicas les hacían falta justamente personas así, emprendedoras y trabajadoras, y en el transcurso de pocas décadas Haifa pasó de ser un asentamiento más a convertirse en una de las tres ciudades más grandes de la Palestina bajo mandato. Solo con el paso del tiempo, ya en la etapa del Estado de Israel, la ciudad empezó a percibirse y a construirse como un entramado urbano complejo y de múltiples capas.
El cruce de las calles Ben Gurión y Ha-Magenim es el corazón de la Colonia Alemana. El barrio surgió en la segunda mitad del siglo diecinueve por iniciativa del movimiento religioso alemán de los templarios, que entendían su presencia aquí como una misión de “renovación” de la Tierra Santa. Durante la Primera Guerra Mundial, los británicos deportaron a los alemanes locales a Egipto y solo años más tarde permitieron que algunos regresaran. En la década de los años treinta, el apoyo a Hitler se manifestaba abiertamente, y en la plaza central colgaban carteles que prohibían la entrada a judíos y a perros. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la población alemana fue deportada de manera definitiva, esta vez a Australia, y nunca volvió.
Tras la creación del Estado de Israel, en el año mil novecientos cuarenta y ocho, el país se enfrentó a un dilema moral profundo: si era posible o no establecer vínculos con la Alemania de posguerra después del asesinato de seis millones de judíos en la Shoá. El entonces primer ministro, David Ben-Gurión, no solo logró abrir canales diplomáticos, sino también convencer a la sociedad de la necesidad de ese paso. Fue justamente en este cruce donde se instaló el primer semáforo de Haifa. Hoy, en el mismo lugar, se levantan un árbol de Navidad y un candelabro de siete brazos que, junto a la media luna, se transformaron en símbolos visibles de la convivencia entre cristianos, judíos y musulmanes. Con el tiempo, esa idea dio origen a una celebración urbana propia, el Festival de los Festivales, cuando durante la última decena de diciembre Haifa celebra, a lo largo de una semana, las festividades de las tres religiones al mismo tiempo.
Esta guía de Haifa es una caminata por una ciudad hecha de capas superpuestas. Desde una aldea otomana y la colonia alemana hasta el puerto del período británico; desde barrios árabes y el Adar judío hasta el Carmelo y los jardines bahá’ís. La historia acá no se explica: se lee en las casas, en las calles, en los restaurantes, museos y pasajes donde conviven lenguas distintas y miradas diferentes. No es un recorrido de “atracciones”, sino una forma de entender la ciudad como un organismo vivo, con memoria, heridas, intentos de reconciliación y una capacidad poco común de coexistir. Un camino que no solo avanza sobre el mapa, sino que se adentra en la profundidad de Haifa.