Estamos dentro de una de las puertas medievales mejor conservadas de todo el Levante. Fueron levantadas por los cruzados y, según la tradición, el propio rey francés Luis **nueve** —el mismo Luis el Santo— participó en su construcción.
Prestá atención a los arcos apuntados: representan el estilo arquitectónico que, después del regreso de los caballeros de Tierra Santa, iba a conquistar Europa. Fue justamente acá, en Cesarea, donde los cruzados vieron por primera vez esta forma oriental de arco y la adoptaron; de esa influencia nació el arco gótico, que terminó convirtiéndose en una de las señas más distintivas del Medioevo europeo.
En Israel hay nueve sitios incluidos oficialmente en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, y Cesarea —que hoy aparece en la lista de espera junto con más de mil ochocientas candidaturas de todo el mundo— está camino a ser la próxima. Su encanto único surge de una combinación poco común de historia, arquitectura y un ingenio constructivo realmente excepcional. La ciudad fue pensada y levantada por el rey Herodes el Grande en honor al primer emperador romano, Octavio Augusto, y en poco tiempo llegó a convertirse en uno de los grandes motores económicos del Mediterráneo oriental.
Por sus calles se cruzaron figuras como Poncio Pilato, el rabino Akiva y Luis el Santo, el rey Luis nueve. Distintas épocas y culturas pasaron por aquí hasta que la arena y la sal del mar guardaron durante siglos la memoria de todo lo vivido, como si fuera una cápsula del tiempo, esperando a que los arqueólogos la volvieran a abrir.
Te invitamos a un recorrido lleno de historias y descubrimientos. Vení, viajero: abramos juntos este libro antiguo de la vida y sus huellas silenciosas.