Esta calle, que conserva intacto su empedrado medieval, todavía guarda el eco del roce de los vestidos de las damas nobles y el sonido metálico del equipo de los caballeros. Cada día, desde las puertas de la ciudad, se abrían acá los puestos con toldos: vendedores de verduras, artesanos, herreros que forjaban herraduras y grampas, alfareros con su cerámica de barro y maestros vidrieros que ofrecían sus piezas a una clientela exigente.
Si imaginás por un momento la agitación de una calle medieval llena de movimiento, vas a ver aparecer a los caballeros de la dinastía de los Ibelín, a un guerrero de la Orden Teutónica y a los vecinos comunes de Cesarea. Fijate en el círculo tallado en la piedra del piso: era la base del poste de madera que sostenía los toldos permanentes de los comerciantes. Y justo al lado están las marcas cuadradas grabadas en el suelo: se hacían para que los cascos de los caballos y de las mulas no resbalaran sobre la piedra alisada por los siglos.
En Israel hay nueve sitios incluidos oficialmente en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, y Cesarea —que hoy aparece en la lista de espera junto con más de mil ochocientas candidaturas de todo el mundo— está camino a ser la próxima. Su encanto único surge de una combinación poco común de historia, arquitectura y un ingenio constructivo realmente excepcional. La ciudad fue pensada y levantada por el rey Herodes el Grande en honor al primer emperador romano, Octavio Augusto, y en poco tiempo llegó a convertirse en uno de los grandes motores económicos del Mediterráneo oriental.
Por sus calles se cruzaron figuras como Poncio Pilato, el rabino Akiva y Luis el Santo, el rey Luis nueve. Distintas épocas y culturas pasaron por aquí hasta que la arena y la sal del mar guardaron durante siglos la memoria de todo lo vivido, como si fuera una cápsula del tiempo, esperando a que los arqueólogos la volvieran a abrir.
Te invitamos a un recorrido lleno de historias y descubrimientos. Vení, viajero: abramos juntos este libro antiguo de la vida y sus huellas silenciosas.