Los descubrimientos y estudios más sorprendentes se hicieron posibles gracias a las tecnologías modernas de la arqueología subacuática. Hoy es posible recorrer el puerto hundido de Cesarea como si fuera un viaje submarino, contratando una salida con el centro de buceo local. Bajo el agua aparecen los restos de antiguas embarcaciones, las bases del puerto y partes de su sistema de drenaje.
Ahí, entre esas estructuras sumergidas, se vuelve muy claro cómo la caída de un gran imperio —como lo fue Roma— termina llevando, de manera inevitable, al olvido, al deterioro y a la ruina. Recién después de muchos siglos, sobre esos mismos escombros, otros pueblos y culturas levantan sus propias construcciones, tal como ocurrió una y otra vez en la larga historia de la antigua Cesarea.
En Israel hay nueve sitios incluidos oficialmente en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, y Cesarea —que hoy aparece en la lista de espera junto con más de mil ochocientas candidaturas de todo el mundo— está camino a ser la próxima. Su encanto único surge de una combinación poco común de historia, arquitectura y un ingenio constructivo realmente excepcional. La ciudad fue pensada y levantada por el rey Herodes el Grande en honor al primer emperador romano, Octavio Augusto, y en poco tiempo llegó a convertirse en uno de los grandes motores económicos del Mediterráneo oriental.
Por sus calles se cruzaron figuras como Poncio Pilato, el rabino Akiva y Luis el Santo, el rey Luis nueve. Distintas épocas y culturas pasaron por aquí hasta que la arena y la sal del mar guardaron durante siglos la memoria de todo lo vivido, como si fuera una cápsula del tiempo, esperando a que los arqueólogos la volvieran a abrir.
Te invitamos a un recorrido lleno de historias y descubrimientos. Vení, viajero: abramos juntos este libro antiguo de la vida y sus huellas silenciosas.